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No amen el dinero; conténtense con lo que tienen, porque Dios ha dicho: «Nunca te dejaré ni te abandonaré.» Así que podemos decir con confianza:

«El Señor es mi ayuda; no temeré.
¿Qué me puede hacer el hombre?»

Acuérdense de quienes los han dirigido y les han anunciado el mensaje de Dios; mediten en cómo han terminado sus vidas, y sigan el ejemplo de su fe.

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